Cyrano de Bergerac es la obra teatral de Edmond Rostand que cuenta con varias adaptaciones cinematográficas, la última y muy celebrada, dirigida por Jean-Paul Rappeneau con un genial Gerard Depardieu encarnando al héroe romántico, pero es menos conocido que Cyrano fue un personaje real que vivió en la Francia del siglo XVII. Soldado, escritor, matemático, astrónomo, inventor, filósofo y un montón de cosas más que, pese a su corta vida, nos muestran a un erudito especialmente imaginativo y adelantado a su tiempo.
SU VIDA A GRANDES RASGOS
Savinien Cyrano de Bergerac nació en París el 6 de marzo de 1619. Su padre, Abel de Cyrano, fue un abogado del Parlamento parisino y su madre, Espérance Bellanger era hija de un asesor y tesorero de la Casa Real. El padre Abel heredó tierras y fortuna de su padre, un floreciente comerciante de pescados que buscó ennoblecer su saga con la compra de tierras. Estas propiedades como las de Mauvières y Bergerac, les daba derecho a usar el señorío aunque nada tuvieran que ver con los antiguos señores de Bergerac o con la nobleza. Años más tarde, en 1636, un Abel Cyrano poco dotado para los negocios, se vería obligado a vender las tierras. Pese a ello, nuestro personaje utilizaría el “de Bergerac” hasta su muerte aunque ya no le perteneciera el apelativo.
Savinien vino al mundo en una Europa desgarrada por la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), última de las guerras de religión y la primera guerra moderna. Pasó sus primeros años en Mauvières donde fue confiado a la tutela de un estricto cura párroco. Es en esa época en la conocerá a su amigo y biógrafo, el beato Henric Le Bret, una año mayor que él. Los dos amigos fueron enviados a París a continuar estudios, cosa que hicieron en el “Collège de Beauvais” con el pedagogo Jean Grangier al que Cyrano ridiculizaría en El pedante burlado del que Moliere plagiaría algunas escenas para su obra Los enredos de Scapin. Pero la libertad y la indolencia de los 19 años, unido a las juergas y las deudas de juego, obligaron a papá Cyrano a buscar un correctivo, que no fue otro que hacer ingresar a su hijo en la milicia. En 1639 Le Bret y Savinien entraron a las órdenes del Capitán Carbon de Casteljaloux de la “Garde-Noble”.
La leyenda del Cyrano pendenciero y espadachín, nace en esta época, aunque su biógrafo no dudó en maquillar algunos pasajes de la vida de nuestro héroe y exagerar otros, el Cyrano que pone en fuga a cien espadachines está más en la leyenda que en la realidad histórica. Lo cierto es que Cyrano era conocido entre sus conmilitones como el “Diablo de la bravura”. Una bala de mosquete hirió a Cyrano en la batalla de Mouzon y, en 1640, una estocada en la garganta luchando contra los españoles en la batalla de Arras acabaría con su carrera militar.
En 1641 regresa a París y siguió escribiendo y estudiando. Parece ser que frecuentó el círculo de los Libertinos, aunque la palabra libertino hoy pueda causar confusión, en aquella época era una forma de designar a un grupo de intelectuales rebeldes y librepensadores que cuestionaban la moral y el orden establecido tanto político como religioso. Fue la actitud indócil hacia la religión lo que Calvino calificó como libertinaje y, como no se entendía una moral sin religión, los amorales también eran llamados libertinos. Fue discípulo del filósofo materialista francés Pierre Gassendi que influiría decisivamente en toda su obra. En 1645 cayó enfermo de sífilis, para algunos la verdadera causa de su muerte, y continuaron los duelos y los enfrentamientos con los escritores. Nadie escapó a la crítica y a las cartas satíricas de nuestro autor enemigo acérrimo de la mediocridad. Decía que él leía las obras de otros para conocer los robos de otros y en verdad que a pesar que muchas veces se tachó su estilo como tosco, fue una de los autores más plagiados de su época. Estos años fueron oscuros y poco se sabe de sus andanzas. No hubo ninguna Roxane en la vida de Cyrano, aunque sus lances amorosos fueron muchos y variados, incluyendo las relaciones homosexuales.
En las revueltas de La Fronda (1648-53), Cyrano tomaría partido contra el Cardenal Mazzarino, ministro y sucesor de Richelieu, con sus célebresMazarinadas, años más tarde, lo defendería quizás irónicamente en una de sus cartas satíricas. A principios de la década de los cincuenta, se estrenaron algunas de las obras de Cyrano y sus manuscritos empezaron a circular entre un círculo de iniciados.
El estreno de La muerte de Agripina se produjo entre una gran polémica popular por ser considerada blasfema y atea. Cyrano se granjeo unos nuevos y poderosos enemigos, los jesuitas.
En 1654 un oscuro suceso vino a agravar la ya maltrecha salud de Savinien, no se sabe si por accidente y por atentado de sus múltiples enemigos, un tablón cayó sobre su cabeza cuando paseaba por una calle parisina. El declive físico y moral y las penurias económicas se ceban en el todavía joven Cyrano que no ve llegar el reconocimiento que se merecía. Sobrevivir como literato en aquellas épocas era difícil si no se tenían mecenas y protectores, y, con muchas reticencias, Cyrano se dejó aconsejar por sus amigos y antiguos enemigos como Mazzarino lo toman bajo su protección. En 1652 entraría como secretario personal del duque de Arpajon al que dedicaría algunas de sus obras. Ya muy enfermo y gracias a las gestiones de su hermana Catherine priora del convento parisino de las “Filles-de-la-Croix”, fue alojado en la casa del Consejero Real Tanneguy Renault de Bois-Clairs. El 23 de julio de 1655, el propio Cyrano pidió ser trasladado a la casa de campo de su primo Pierre Cyrano en Sannois. El 28 de julio de ese mismo año moriría a la edad de 36 años.
Según un certificado de defunción encontrado en 1911 y que se conserva en el archivo municipal de Sannois, Cyrano está enterrado en la iglesia de San Pedro y San Pablo de esta localidad, la cuestión es que hasta hoy, nunca se ha encontrado su tumba. En 1934 incluso se utilizó un péndulo para localizarla, pero las cuatro reformas que sufrió la iglesia desde el siglo XVII, hacen imposible localizar la antigua capilla de San Sebastián donde se cree que reposan los restos de Cyrano. Hoy, un grupo de admiradores de Cyrano, están realizando diversas gestiones para localizar dicha tumba, pero quizás nunca se encuentre, quizás se mandó incinerar como ensalza en sus cuentos donde los pájaros llaman “muerte triste” a las exequias tradicionales. Quizás sus restos formen parte del polvo cósmico de esos mundos que él supo imaginar. Pero lo que sin duda podemos afirmar, es que el personaje real o el ficticio, que son uno y ninguno a la vez, forman parte ya de nuestro imaginario colectivo.
PRECURSOR DE LA CIENCIA-FICCIÓN
Con el título genérico de El otro mundo, Cyrano escribió dos obras que están consideradas como un precedente de la ciencia-ficción. La primera fue Los Estados e Imperios de la Luna e Historia de la República del Sol. Las dos fueron publicadas póstumamente y pacientemente purgadas por sus amigos para evitar la persecución inquisitorial. La aparición de los manuscritos originales en París y Munich a principios del siglo XX posibilitaron conocer estas obras, pese a tener algunos párrafos no terminados y faltarle algunos trozos. Existió una obra que completaría una trilogía y que el propio Cyrano cita en el Viaje a la Luna, se trataría de Historia de la centella un texto que fue robado durante la convalecencia de Cyrano y que contenía un misterioso apéndice sobre la Historia del Diamante. De Los Estados e Imperios de la Luna fue publicada por Henri Le Bret en 1657 que además realizó un prefacio biográfico sobre su amigo. Por lo que respecta a Historia de la República del Sol, se publicó en 1662 por el editor y boticario Charles de Sercy.
En los Imperios de la Luna, el narrador nos explica que en una discusión sobre la posibilidad de la vida en otros planetas y tras sufrir la mofa de sus amigos, regresa a casa y se encuentra un libro abierto por un pasaje que habla del contacto extraterrestre de un sabio. Animado por la coincidencia, el personaje del cuento decide iniciar su propio viaje para demostrar sus teorías. Aunque es un recurso literario, el autor del libro en cuestión está perfectamente identificado, no es otro que Gerolano Cardano, el matemático, astrólogo y mago italiano que fue encarcelado por herejía al publicar la carta astral de Jesús. El primer sistema de propulsión que utiliza el personaje del cuento es un cinturón de frascos llenos de rocío que al ser calentados por el Sol lo eleva por los aires. Pero con este sistema sólo llega a “Nueva Francia” en el Canadá. Desde Quebec y con una máquina provista de alas y cohetes pirotécnicos que se encienden sucesivamente por unas mechas a modo de las fases de los cohetes modernos, logra escapar de la atracción terrestre y llegar a la Luna. Curiosamente la citada máquina estaba apunto de ser quemada en una hoguera de San Juan por unos soldados cuando el protagonista la rescata y se ve expulsado al espacio, con toda la carga simbólica que tiene el hecho.
La Luna de Cyrano es un mundo al revés, es la patria de Adán, Eva, Enoc o Elías, se creen terrícolas y ven a la Tierra como su Luna. Hay personajes tan curiosos como “el diablo de Sócrates”, un oriundo del Sol que dice haber iluminado con su sabiduría a destacados personajes de la Tierra entre ellos al filósofo italiano Tomasso Campanella que en 1623 publicaría su Civitas Solis que describe una sociedad ideal en el Sol a modo de la República de Platón. La República del Sol se trata de una novela más filosófica y hermética donde Cyrano satiriza sobre la sociedad y la moral francesa de su época y expone su ideología librepensadora así como sus conocimientos científicos que ya expresara en su libro Física, o ciencia de las cosas naturales. Encontramos a personajes como Dyrcona, un claro anagrama de Cyrano o la interesante historia de los pájaros.
¿VISIONARIO Y ALQUIMISTA?
Algunas de las cosas por las que se considera a Cyrano visionario además del uso de cohetes en los viajes espaciales son una serie de inventos que se describen en sus obras como lo hiciera siglos más tarde su compatriota Julio Verne.
Entre otras maravillas prefiguradas por la imaginación de Cyrano está una bola que contenía la luz solar a modo de bombilla para alumbrarse, un libro que contiene unos mecanismos para escuchar la voz de los autores a modo de los modernos audiolibros, viviendas móviles cual autocaravanas o un ojo artificial con la capacidad de ver en la noche.
Lo curioso es que las lámparas permanentes o los artilugios parlantes eran algunos de los avances científicos que ya predijeron los Rosacruces, que por cierto, son citados al principio del cuento junto a nombres de magos y alquimistas como Agrippa o el abad Tritenio, este último instructor del propio Paracelso.
Cuando el personaje de Cyrano llega al Sol es recibido por un hombrecillo desnudo sobre una piedra que aun hablándole en una lengua desconocida para él comprende todas sus explicaciones sobre el nuevo mundo. “…Cuando yo hablo, vuestra alma encuentra en cada una de mis palabras esa verdad que ella busca a tientas…”. Esta imagen, la del sabio con la verdad desnuda sentado en la piedra filosofal hablando el “lenguaje de los pájaros”, es una de las muchas referencias que encontraron los estudiosos de la alquimia a principios del siglo XX para calificar a las narraciones de Cyrano como un simbolismo de la Gran Obra.
En el lenguaje simbólico de Cyrano son frecuentes las alegorías alquímicas y herméticas, el “rocío cocido”, el combate de la salamandra y la rémora, Prometeo, los homúnculos o la triaprincipia alquímica del mercurio, el azufre y la sal. Pero una de las más claras referencias alquímicas es la que trata de la “lengua de los pájaros”, forma simbólica de denominar a un lenguaje legendario recogido en diversas tradiciones. Este idioma sería con el que Adán dio nombre a todas las cosas o el que trasmitió Salomón a Hiran, la lengua matriz de la que surgirían todas las demás. Se creía que iniciados y alquimistas eran conocedores de esta lengua que proporcionaba una visión global de las leyes que rigen el Mundo, por ello era una forma de referirse a ellos. Los propios títulos de la trilogía contienen símbolos alquímicos como el Sol, que es el oro o azufre alquímico, la Luna, la plata o el mercurio y la Centella, el rayo o la chispa del principio espiritual. El apéndice sobre la historia del diamante, nos refiere al centro, a la “clave de la bóveda” como coronamiento de un aprendizaje o construcción como apunta Cirlot.
Las narraciones de Cyrano son una mezcla de ciencia, imaginación y lo mítico y mágico de las tradiciones. Se plantea la trasmutación del hombre en el sentido místico y filosófico como simbología de la búsqueda de la perfección. Quizás como dijo Jung, la alquimia espiritual sea un sistema de símbolos que emana de un subconsciente colectivo. Cyrano fue un buen conocedor de las tradiciones herméticas y de la llamada magia renacentista cuyo mayor exponente fue el tratado De oculta pholosophia de Cornelius Agrippa publicado en 1533, pero también fue un racionalista convencido. Del siglo XVI al XVII el libre pensamiento sufrió persecución y censura hasta el siglo XVIII donde despertó el espíritu científico, cosa que no hubiera sido posible sin la participación de intelectuales y científicos libres que tuvieron muchas de las intuiciones que nos meterían de lleno en el Siglo de las Luces.
http://javiercoria.blogspot.com.es/2010/07/el-iniciado-cyrano-de-bergerac-y-iii.html
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