viernes, 3 de enero de 2014

La bruja de Toledo

Aquella tarde era fría y gris, el aire arremetía con violencia por los estrechos callejones de la ciudad imperial, centenares de personas se agolpaban a las puertas donde ese mismo día se reunía el Tribunal de Toledo.
Los guardias atravesaban a duras penas la muchedumbre, en el centro de la comitiva una anciana caminaba torpemente tropezando a cada paso con las cadenas que prendían de sus tobillos, mientras recibía toda clase de insultos de los congregados, algunos incluso intentaban arrancarle algún mechón de su cabello y otros simplemente la escupían a la cara.
La rea fue llevada frente al tribunal, compuesto por varios sacerdotes y un inquisidor, que mandó callar a todos los que con impaciencia intentaban atisbar algo de lo que allí ocurría; tras golpear con violencia varias veces su mesa, el silencio se apoderó de la sala.
El inquisidor pidió a la acusada que se acercará hasta el estrado, allí con viva voz la preguntó: La anciana movió la cabeza con un gesto de aceptación mientras de sus labios temblorosos salía un tímido ¡sí!
Si es cierto que es usted Catalina Sánchez sepa que este Santo Tribunal le acusa de brujería, de utilizar artes oscuras y de realizar pactos con el demonio.
La lista de Catalina
Catalina escuchaba atentamente al tribunal con gesto descarado, sabedora de que finalmente el tribunal no se atrevería a imputarle ninguna pena importante, eran muchos y muy nobles los señores que se encontraban entre su lista de clientes.
El inquisidor dio paso al primer testigo, que arrodillado juró ante el crucifijo decir toda la verdad.
Don Francisco Salvatierra, relate a este tribunal todo lo que sepa sobre las oscuras artes de esta mujer!, -le gritó desde el estrado uno de los sacerdotes.
 El testigo relató cómo la acusada acudía cada tarde a la iglesia de San Andrés aparentemente a escuchar la misa de las siete, aunque todos sabían que a lo que verdaderamente iba era a robar agua bendita que después utilizaría para extraños rituales.
Otros testigos relataron cómo Catalina era contratada por muchos señores toledanos para que interrogara a seres infernales por sus familiares fallecidos.
Desfilaron más de 250 testigos ratificando las oscuras artes de la bruja Catalina. Una anciana de su misma edad y al parecer amiga de ella relató cómo era uno de aquellos rituales…
Cuando comenzaba a anochecer Catalina se acercaba hasta los alrededores de la iglesia de San Andrés y comenzaba a dejar ochavos o monedas por las esquinas de la iglesia, y cuando ya había oscurecido con el agua bendita que robaba hacía un círculo y se introducía en él, a continuación lo rodeaba de velas negras y repetía varias oraciones a Santa Marta.
Según relataba la anciana, a continuación comenzaban a acercarse hasta el círculo iluminado a veces lobos, otras cerdos o incluso perros que portaban en sus babeantes bocas la moneda, el pago a su información.
Las bestias no podían atravesar el círculo de agua bendita y se dejaban interrogar por la bruja, que se sentía protegida por aquel cerco santificado. Cuando había arrebatado la información que necesitaba se despedía de las bestias infernales rezando nuevamente a Santa Marta.
Cien azotes
Aunque habían transcurrido varias horas no se movía ni una sola alma de aquel tribunal, todos esperaban expectantes la resolución al juicio que seguramente llevaría a Catalina hasta la hoguera.






Para sorpresa de todos los presentes, el inquisidor, con gesto serio, relató la pena a la que sería condenada la rea.
Catalina Sánchez, muchos han sido los testimonios que la acusan de brujería, de malas artes e incluso de pactos con el mismísimo demonio, por lo que este tribunal le aplica una pena de cien azotes y tres años de destierro. ¡Pido a Dios que así se cumpla!
En contra de lo que se cree. era el pueblo. más que la Inquisición, el más obsesionado en la quema de brujas.
Los alguaciles ataron a Catalina a un poste y comenzaron a cumplir la sentencia, cada latigazo era vitoreado por el público asistente, que gritaba a los verdugos que la azotaran con más fuerza, para todos la pena era insignificante.
Tras los azotes la tuvieron que transportar sobre una mula al ser incapaz de dar un solo paso por sí misma, varios soldados la acompañaron hasta las afueras de Toledo, adonde no podría regresar hasta que hubiera cumplido la pena de destierro.
Catalina Sánchez no volvió a ser juzgada y se rumoreó que sólo abandonó Toledo hasta que se recuperó de sus heridas, se decía que escondida en el bosque seguía realizando sus oscuros pactos para los nobles toledanos.
Catalina Sánchez fue tan sólo una bruja más de las que poblaban nuestra Península, pero hubo otras, nos lo cuenta Enrique Echazarra, autor del libro Crónicas de brujería, de la editorial Aguilar.
Enrique Echazarra. Aunque cuando escuchamos el término bruja automáticamente nos viene a la memoria la imagen típica que desde los tiempos de la Santa Inquisición ha perdurado, es decir, una mujer malvada que sobrevuela los cielos en su escoba, y que realiza pactos con el diablo mediante conjuros y el sacrificio de niños; la verdadera identidad de su figura es muy distinta a todo este arquetipo. Partimos de que la palabra bruja es un vocablo medieval, así que la realidad de estas mujeres hay que buscarla en tiempos anteriores, antes de que en esa época se satanizase; descubriendo que estas personas eran conocedoras de artes ancestrales y practicaban cultos y rituales relacionados con la naturaleza. Podían ser curanderas, herboleras, y todo ese conocimiento les hacía poderosas ante su comunidad rural. Cuando el cristianismo fue avanzando y se encontró con estos cultos y prácticas, intentó aniquilar dicha cultura para imponer su doctrina religiosa, otorgándole ese aspecto demoniaco al no aceptar o entender tales tradiciones.
Realmente no existieron mujeres con poderes diabólicos, sino que lo diabólico fue el ambiente que las autoridades crearon para su persecución. Por eso junto con esa imposición y choque de culturas, el fenómeno de la brujería ocurrió en un momento donde las circunstancias sociológicas tenían los elementos religiosos y culturales idóneos para ello.
No tantas brujas
La verdad es que no. Es curioso comprobar cómo la brujería en España es una herejía que no despertó tanto interés como en otros países’ europeos. Para hacernos una idea, en 1526, en Granada, se celebró una reunión de inquisidores para analizar el tema, concluyendo que se debía tratar el asunto con mucha prudencia al no ver como un peligro la brujería e incluso dudando de si todo lo que se decía de las brujas y brujos era cierto. Por eso se enviaron cartas a las sedes inquisitoriales del país pidiendo cautela con los asuntos de brujería.
Existieron inquisidores que razonaban hasta tal punto que encerraban a una bruja con aquellos elementos con los que se suponía que podía volar o hacer sus conjuros, y observaban de una manera empírica los resultados. Es curioso comprobar que dependiendo de la zona de España en que investiguemos la brujería el tratamiento que se da a su figura es distinto. En la zona norte su imagen era totalmente maléfica y se relacionaba con el diablo, y sin embargo en el sur la idea que se tenía de las brujas correspondía más a una especie de hechicera que ayudaba a la gente sin meter al demonio de por medio.
Hemos hablado del caso de Catalina Sánchez, la bruja de Toledo, pero … ¿cuáles serían las más importantes de España y por qué?
Destacaría principalmente el caso de las brujas de Zugarramurdi. Estudiando las verdaderas causas que originaron este proceso que acabó con la quema de acusados delante de un tribunal en Logroño, uno se da cuenta de un factor muy habitual en este tipo de casos y se pregunta como era posible que por unas declaraciones sin sentido motivadas casi siempre por rencillas entre vecinos, se podía acabar en la hoguera. El proceso de Zugarramurdi fue importante porque una vez terminada esa caza de brujas se reviso la documentación y se comenzó a sacar conclusiones reconociendo que el caso se les había ido de las manos y que seguramente los condenados no debían haberlo sido. La tarea del inquisidor Alonso de Salazar y Frías fue fundamental en este aspecto, y sirvió para que posteriormente en otros casos se tuviera mas cuidado a la hora de arremeter contra supuestas brujas.
La brujería fue el tema literario mas popular de la época en toda Europa
ya que casi siempre se habla de mujeres en el tema de la brujería, destacaría también el caso del llamado brujo de Bargota, en Navarra. Sobre este personaje se mezclan todo tipo de leyendas con datos históricos hasta tal punto que es difícil saber la realidad de su figura. Su verdadero nombre era Johanes Mellado y fue un clerigo que vivió en
dicha población durante la segunda mitad del siglo XVI. Se dice que su madre era una bruja y que asistía a los aquelarres de Barahona, en Soria . Sus feligreses contaban que dejaban a menudo de verlo desde la tarde del sábado hasta el domingo a la hora de la misa, a la cual acudía cansado como si hubiera hecho un largo camino. En ocasiones se sacudía nieve antes de entrar a la iglesia, aunque fuera pleno verano, quejándose del frió que hacia en los picos de Urbion, los cuales se hallaban muy lejos de alli, y de los que se suponía venia volando. Fue prendido en varias ocasiones acusado de brujería y solo una vez fue condenado a llevar un sambenito durante un año con una inscripción que rezaba: “Señor, perdonad al nigromante”. Se contaba también que estaba bien relacionado ya que alguien le protegía desde el anonimato, pudiendo ser una alta personalidad de la corte e incluso el mismísimo Papa, ya que fue avisado de que iban a atentar contra su vida. Si hoy en día visitamos el pueblo de Bargota podemos encontrarnos con la casa en donde vivió este misterioso personaje en la calle de Juan Lobo.
Leyenda negra
Esta idea forma parte de la leyenda negra que existe sobre la brujería en España y por defecto sobre la Santa Inquisición.
Históricamente España tiene fama de una gran crueldad en los tiempos in­quisitoriales, cuando realmente existió mucha mas tolerancia que en otros países. Esa leyenda negra se va formando paulatinamente a partir del siglo XVI, divulgada por exiliados políticos españoles y escritores ilustrados anticlericales del siglo XIX. Se publicaron libros donde se detallaban las torturas infringidas por el Santo Oficio Español, lo que fue alimentando el mito.
Estudios modernos han demostrado que toda esta información y las cifras que se aportaban sobre ejecuciones y condenados eran muy exageradas. Seria difícil cuantificar las brujas ajusticiadas en nuestro país, pero sin lugar a dudas no fueron tantas como se piensa. Seguramente que por otro tipo de herejías se condeno a mas personas. Muchos de los casos brujeriles se solucionaban con penitencias, confiscación de bienes y destierros, sin necesidad de llegar a la hoguera. En la Chancillería de Valladolid encontramos numerosos pleitos como algo cotidiano don de se denunciaba por brujería y las penas impuestas eran multas o sentencias como las citadas.
Yo creo que lo correcto sería preguntar: ¿cuál es el país que más ha creído en brujas? Inglaterra, Alemania y Francia son países donde la persecución y la caza de brujas fue una auténtica obsesión. De hecho es curioso que la idea de la bruja satánica, según algunos antropólogos, pudo venir perfectamente a España a través de los Pirineos por un contagio geográfico con Francia. Esto viene avalado porque en provincias como Aragón y Cataluña es donde empiezan a surgir legajos y crónicas donde se mencionan vocablos similares a bruja. Algunos inquisidores europeos de dichos países eran enemigos acérrimos de la brujería y así lo demos traban con la quema de gran número de brujas. Libros como el Malleus Maleficarum, escrito por dos dominicos, surgen en Alemania, erigiéndose como manuales para la detección, la tortura y el aniquilamiento de las brujas. Inquisidores como Bernardo Gui, nombrado por el Papa Clemente V en la región francesa de Toulouse en 1307, tenían como máxima: “El sufrimiento induce a la reflexión”, aplicándola a los casos de brujería. En 1 644 surgió uno de los perseguidores de brujas ingleses más famosos, Matthew Hopkins, quien llegaba a exigir contribuciones a los pueblos por limpiarlos de brujas, auto proclamándose como “cazador general de brujas”. Éstos son sólo unos breves ejemplos del panorama europeo frente a la brujería.
A muchas se les acusó de pactos con el diablo, ¿cómo se llevaban a cabo?
La información de que disponemos sobre los pactos con el diablo, en su mayor parte, al margen de la existente en tratados de magia, fue sonsacada a base de torturas y suposiciones en los interrogatorios a los que eran sometidos los acusados. Dicho pacto era la base principal de la acusación de brujería a partir del siglo XIV y lógicamente los inquisidores con sus métodos conseguían las confesiones que ellos querían oír. En las reuniones brujeriles existía una jerarquía y se hallaban presididas por el rey y la reina del aquelarre, tras los cuales estaban los maestros, los brujos y los neófitos. Los maestros se dedicaban a la captación de más adeptos para llevarlos al aquelarre. Cuando el futuro brujo o bruja estaba preparado, su maestro le presentaba al diablo representado por un macho cabrío, y por medio de fórmulas mágicas le hacía renegar de Dios, efectuándole una marca en el cuerpo con la pezuña. Los pactos con el demonio se realizaban para conseguir objetivos sobrenaturales a cambio de servirle o entregarle el alma. La brujería que estamos tratando va ligada a la figura del diablo, y en los tratos con el demonio el pacto de dicha relación se daba por sentado.
¿Existen brujas hoy en día?
Pues creo que si recuperamos la verdad. era identidad de las llamadas brujas que comentaba anteriormente, tales como herboleras o curanderas,  que puede que en  algunos lugares se hayan preservado esos conocimientos heredados de generación en generación. Lo que está claro es que el concepto diabólico de bruja tuvo su momento histórico ya pasado y actualmente sólo nos quedan unos hechos de los que aprender, donde una vez más se ve la intolerancia del ser humano. Hoy en día existen movimientos con prácticas y creencias mágicas o esotéricas que persiguen un crecimiento personal, son religiones neopaganas que intentan recuperar antiguas tradiciones paganas europeas anteriores a la llegada del cristianismo, y sus seguidores dicen ser los descendientes de las mal llamadas brujas. Por otro lado, también hay un abuso de las palabras relacionadas con la brujería dentro del mundo de los videntes y demás supuestos sensitivos que nos dan soluciones a todos nuestros problemas, siendo al final una cuestión de puro marketing haciendo alusión a esas reminiscencias brujeriles, y si no sólo nos hace falta fijamos en cualquier medio de comunicación escrito para comprobar la cantidad de anuncios que ofrecen prácticas de brujería para aliviamos la vida. En resumen, considero que la bruja como tal fue una figura creada en una época y que fuera de ese contexto social se podría decir que no tiene cabida, aunque indudablemente nos seguirá fascinando durante mucho tiempo.

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