Además de la propia manta que sirve para cubrir al viajero, el wearable cuenta con una cinta que se coloca en la cabeza que mide la actividad cerebral gracias a los sensores neuronales y que permiten así conocer el estado de ánimo del viajero.
Así, cuando un usuario se encuentre calmado las fibras ópticas de la manta pasarán a iluminarse en color azul, mientras que si el pasajero se encuentra alterado el color de la manta pasará a ser rojo, en función de las fluctuaciones cerebrales mandadas a través de Bluetooth.
Así, la “manta de la felicidad” ayuda a la compañía a determinar con exactitud lo que hace feliz a sus usuarios y lo que les altera, con lo que la línea aérea puede mejorar la experiencia del cliente.
El dispositivo ha comenzado a probarse en un vuelo transoceánico con origen en Londres y Nueva York y ha revelado que los pasajeros se han encontrado más alterados durante el despegue y el aterrizaje y eran más felices cuando estaban comiendo, bebiendo y disfrutando de los servicios de entretenimiento.
De momento, la compañía no ha dado más detalles sobre si volvería a sacar de nuevo la manta para otros vuelos o si volverá a probarla en más viajeros.
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