Ossendowski asegura que él mismo ha asistido a uno de esos momentos de recogimiento general. Hay sobre todo, como coincidencia extraña, la historia de una isla, hoy en día desaparecida, donde vivían hombres y animales extraordinarios. Saint-Yves cita el resumen del periplo de Jámbulo, por Diodoro de Sículo o de Sicilia, mientras que Ossendowski habla del viaje de un antiguo budista del Nepal, y no obstante, sus descripciones se diferencian muy poco.
Si verdaderamente existen de esta historia dos versiones que provienen de fuentes tan alejadas la una de la otra, podría ser interesante recuperarlas y compararlas. Independientemente de los testimonios que Ossendowski nos ha indicado, se sabe, por fuentes muy diferentes, que los relatos de este género son algo corriente en Mongolia y en toda el Asia central; y existe algo parecido en las tradiciones de casi todos los pueblos.
Por otra parte, si Ossendowski hubiera copiado en parte la Mission de l´Inde, no vemos muy bien por qué habría omitido adrede algunos pasajes, ni por qué habría cambiado la forma de algunas palabras, escribiendo por ejemplo Agharti en lugar de Agarttha, lo que se explica al contrario muy bien si ha recibido de fuente mongola las informaciones que Saint-Yves había obtenido de fuente hindú, ya que éste estuvo en relaciones con dos hindúes al menos.
Los adversarios de Ossendowski han querido explicar el mismo hecho pretendiendo que había tenido en sus manos una traducción rusa de la Mission de l´Inde, traducción cuya existencia es más que problemática, puesto que los herederos mismos de Saint-Yves la ignoran enteramente. Se ha reprochado también a Ossendowski escribir Om mientras que Saint-Yves escribe Aum. Ahora bien, si Aum es la representación del monosílabo sagrado descompuesto en sus elementos constitutivos, no obstante es Om el que es la transcripción correcta y el que corresponde a la pronunciación real, tal como existe tanto en la India como en el Tíbet y en Mongolia.
Tampoco comprendemos por qué habría empleado, para designar al jefe de la jerarquía iniciática, el título de «Rey del Mundo», título que no figura en ninguna parte en Saint-Yves. Aunque se debieran admitir algunos plagios, por eso no sería menos cierto que Ossendowski dice a veces cosas que no tienen su equivalente en la Mission de l´Inde, y que son las que no ha podido inventar de ninguna manera.
Tal es, por ejemplo, la historia de una «piedra negra» enviada antaño por el «Rey del Mundo» al Daläi-Lama, transportada después a Ourga, en Mongolia, y que desapareció unos cien años antes de que René Guénon escribiese el Rey del Mundo. Ossendowski, que no sabía que se trataba de un aerolito, buscaba explicar ciertos fenómenos, como la aparición de caracteres en su superficie, suponiendo que era una suerte de pizarra.
Ahora bien, en numerosas tradiciones, las «piedras negras» desempeñan un papel importante, desde la que era el símbolo de Cybeles hasta la que está engastada en la Kaabah de la Meca. Habría que hacer también una aproximación curiosa con el lapsit exillis, piedra caída del cielo y sobre la cual aparecían inscripciones igualmente en ciertas circunstancias, y que es identificada con el Grial en la versión de Wolfram d’Eschenbach. Lo que lo hace todavía más singular, es que, según esa misma versión, el Grial fue finalmente transportado al «Reino del Prestejuan», que algunos han querido asimilar precisamente a Mongolia, aunque, por lo demás, ninguna localización geográfica pueda ser aceptada literalmente.
He aquí otro ejemplo: el Bogdo-Khan o «Buddha vivo», que reside en Ourga, conserva, entre otras cosas preciosas, el anillo de Gengis-Khan, sobre el cual hay grabado un swastika, y una placa de cobre que lleva el sello del «Rey del Mundo». Parece que Ossendowski no vio más que el primero de esos dos objetos, pero le habría sido bastante difícil imaginar la existencia del segundo. Si se cita a Ossendowski e incluso a Saint-Yves, es únicamente porque lo que han dicho puede servir de punto de partida a diversas consideraciones.
El título de «Rey del Mundo», tomado en su acepción más elevada, la más completa y al mismo tiempo la más rigurosa, se aplica propiamente a Manu, el Legislador primordial y universal, cuyo nombre se encuentra, bajo formas diversas, en un gran número de pueblos antiguos; a este respecto, recordaremos solo el Mina o Ménès de los egipcios, el Menw de los celtas y el Minos de los griegos. Minos era a la vez el Legislador de los vivos y el Juez de los muertos; en la tradición hindú.
Estas dos funciones pertenecen respectivamente a Manu y a Yama, pero éstos son representados como hermanos gemelos, lo que indica que se trata del desdoblamiento de un principio único, considerado bajo dos aspectos diferentes. Por lo demás, este nombre no designa de ningún modo a un personaje histórico o más o menos legendario; lo que designa en realidad, es un principio, la Inteligencia cósmica que refleja la Luz espiritual pura y formula la Ley (Dharma) propia a las condiciones de nuestro mundo o de nuestro ciclo de existencia; y es al mismo tiempo el arquetipo del hombre considerado especialmente en tanto que ser pensante (en sánscrito mânava).
Por otra parte, lo que importa esencialmente destacar aquí, es que este principio puede ser manifestado por un centro espiritual establecido en el mundo terrestre, por una organización encargada de conservar integralmente el depósito de la tradición sagrada, de origen «no-humano» (apaurushêya), por la que la Sabiduría primordial se comunica a través de las edades a aquellos que son capaces de recibirla. El jefe de una tal organización, que representa en cierto modo a Manu mismo, podrá legítimamente llevar su título y sus atributos.
E incluso, por el grado de conocimiento que debe haber alcanzado para poder ejercer su función, se identifica realmente al principio del que es como la expresión humana, y ante el cual su individualidad desaparece. Tal es efectivamente el caso del Agarttha, si ese centro ha recogido, como lo indica Saint-Yves, la herencia de la antigua «dinastía solar» (Sûrya-vansha) que residía antaño en Ayodhyâ, y que hacía remontar su origen a Vaivaswata, el Manu del ciclo actual. Esta sede de la «dinastía solar», si se la considera simbólicamente, puede ser aproximada a la «Ciudadela solar» de los Rosa-Cruz, y sin duda también a la «Ciudad del Sol» de Campanella. Tommaso Campanella (1568 – 1639) fue un filósofo y poeta italiano. Es también citado por su nombre castellanizado, Tomás Campanella. Su nombre antes de entrar en la Orden Dominica fue Giovanni Domenico Campanella. Escribió, entre otras muchas obras, una defensa de Galileo y el tratado utópico La ciudad del sol (compuesto durante su larga estancia en la cárcel por una conjura antiespañola, la misma causa que el economista Antonio Serra), donde describe un Estado teocrático universal basado en principios comunitarios de igualdad.
Saint-Yves no considera al jefe supremo del Agarttha como «Rey del Mundo», sino que le presenta como «Soberano Pontífice», y, además, le pone a la cabeza de una «Iglesia brâhmanica», designación que procede de una concepción occidentalizada. De hecho, esa denominación de «Iglesia brâhmanica» no ha sido empleada nunca en la India, más que por la secta heterodoxa y completamente moderna del Brahma-Samâj, nacida a comienzos del siglo XIX bajo influencias europeas y especialmente protestantes, dividida pronto en múltiples ramas rivales, y hoy día casi completamente extinguida.
Es curioso notar que uno de los fundadores de esa secta fue el abuelo del poeta Rabindranath Tagore. Lo que dice Saint-Yves completa, a este respecto, lo que dice por su lado M. Ossendowski. Parece que cada uno de ellos no haya visto más que el aspecto que respondía más directamente a sus tendencias y a sus preocupaciones dominantes, ya que, en verdad, aquí se trata de un doble poder, a la vez sacerdotal y real.
El carácter «pontifical», en el sentido verdadero de esta palabra, pertenece realmente, y por excelencia, al jefe de la jerarquía iniciática, y esto hace llamada a una explicación: literalmente, el Pontifex es un «constructor de puentes», y este título romano es en cierto modo, por su origen, un título «masónico». Pero, simbólicamente, es el que desempeña la función de mediador, estableciendo la comunicación entre este mundo y los mundos superiores.
San Bernardo dice que «el Pontífice, como lo indica la etimología de su nombre, es una suerte de puente entre Dios y el hombre». Hay en la India un término que es propio de los Jainas, y que es el estricto equivalente del Pontifex latino: es la palabra Tîrthankara, literalmente, «el que hace un vado o un paso»; el paso de que se trata, es el camino de la Liberación (Moksha). LosTîrthankaras son en número de veinticuatro, como los ancianos del Apocalipsis, que, por lo demás, constituyen también un Colegio pontifical.
A este título, el arcoiris, el «puente celeste», es un símbolo natural del «pontificado»; y todas las tradiciones le dan significaciones perfectamente concordantes: así, en los Hebreos, es la prenda de la alianza de Dios con su pueblo; en China, es el signo de la unión del Cielo y de la Tierra; en Grecia, representaba a Iris, la «mensajera de los Dioses»; un poco por todas partes, en los Escandinavos tanto como en los Persas y los Árabes, en Africa central y hasta en algunos pueblos de América del Norte, es el puente que liga el mundo sensible al suprasensible. El jainismo es una religión de la India, fundada en el siglo VI a. C. por Majavirá. Se trata de una religión nastika, que no reconoce la autoridad de los textos Vedas ni de los brahmanes. En la actualidad, el jainismo está presente en la India oriental (Bengala), centro occidental (Rayastán, Majarastra y Guyarat) y meridional (Karnataka).
Su filosofía y práctica enfatiza la necesidad de realizar esfuerzos para encaminar el alma hacia una conciencia divina y la liberación (Mokṣa). Aquella alma que venza a sus enemigos interiores y alcance el estado superior llamado jina pasa a ser denominada vencedora o conquistadora. El estado más elevado se conoce como siddha. El jainismo es conocido en los textos antiguos también como Śramaṇa dharma (que confía en sí mismo) o el camino de los nirgranthas (aquellos sin apegos ni aversiones).
Por otra parte, la unión de los dos poderes sacerdotal y real estaba representada por un cierto aspecto del simbolismo de Janus, simbolismo extremadamente complejo y de significaciones múltiples; bajo la misma relación, las llaves de oro y plata figuraban las dos iniciaciones correspondientes. Desde otro punto de vista, estas llaves son respectivamente la de los «Misterios mayores» y la de los «Misterios menores» — En algunas representaciones de Janus, los dos poderes son simbolizados también por una llave y un cetro.
Para emplear la terminología hindú, se trata de la vía de los Brâhmanes y la de los Kshatriyas; pero en la cima de la jerarquía, uno está en el principio común de donde los unos y los otros sacan sus atribuciones respectivas, y por consiguiente más allá de su distinción, puesto que ahí está la fuente de toda autoridad legítima, en cualquier dominio en que se ejerza; y los iniciados del Agarttha son ativarna, es decir, «más allá de las castas». Haremos observar a este propósito que la organización social de la Edad Media occidental parece haber estado calcada, en principio, sobre la institución de las castas: el clero correspondía a los Brâhmanes, la nobleza a los Kshatriyas, el tercer estado a losVaishyas, y los siervos a los Shûdras.
En la Edad Media había una expresión en la que los dos aspectos complementarios de la autoridad se encontraban reunidos de una manera que es muy digna de observación: en aquella época, se hablaba frecuentemente de una región misteriosa a la que se llamaba el «Reino del Prestejuan». Concretamente, se trata del «Prestejuan», hacia la época de San Luis, en los viajes de Carpin y de Rubruquis.
Lo que complica las cosas, es que, según algunos, habría habido hasta cuatro personajes llevando este título: en el Tíbet (o en el Pamir), en Mongolia, en la India, y en Etiopía. Pero es probable que en eso no se trate más que de diferentes representantes de un mismo poder. Se dice también que Gengis-Khan quiso atacar al reino del Prestejuan, pero que éste le repelió lanzando un rayo contra sus ejércitos. En fin, después de la época de las invasiones musulmanas, el Prestejuan habría dejado de manifestarse, y sería representado exteriormente por el Dalaï-Lama.
Era el tiempo donde lo que se podría designar como la «cobertura exterior» del centro en cuestión se encontraba formada, en una buena parte, por los Nestorianos y los Sabeos. Se han encontrado en el Asia central, y particularmente en la región del Turkestan, cruces nestorianas que son exactamente semejantes como forma a las cruces de caballería, y de las que, algunas, además, llevan en su centro la figura de la swastika.
Por otra parte, hay que indicar que los Nestorianos, cuyas relaciones con el Lamaísmo parecen incontestables, tuvieron una acción importante, aunque bastante enigmática, en los comienzos del Islam. Los Sabeos, por su lado, ejercieron una gran influencia sobre el mundo árabe en tiempos de los Khalifas de Baghdad. Se pretende también que es entre ellos donde se habrían refugiado, después de una estancia en Persia, los últimos neoplatónicos. Y, precisamente, estos últimos se daban a sí mismos el nombre de Mendayyeh de Yahia, es decir, «discípulos de Juan».
Es curioso que muchos grupos orientales de un carácter muy cerrado, desde los Ismaelitas o discípulos del «Viejo de la Montaña» hasta los Drusos del Líbano, hayan tomado uniformemente, lo mismo que las Órdenes de caballería occidentales, el título de «guardianes de la Tierra Santa». Parece que Saint-Yves había encontrado una palabra apropiada, quizás más todavía de lo que él mismo pensaba, cuando habla de los «Templarios del Agarttha». Para que nadie se sorprenda de la expresión de «cobertura exterior», agregaremos que es menester tener cuidado con el hecho de que la iniciación caballeresca era esencialmente una iniciación deKshatriya.
Esto es lo que explica, entre otras cosas, el papel preponderante que desempeña en ella el simbolismo del Amor. En la sociedad védica los Kshatriya constituyen la segunda casta. Los movimientos entre las distintas castas en la antigüedad no eran infrecuentes, tanto hacia arriba como hacia abajo. El rango de un Kshatriya fue un premio reconocido por su relevante servicio a los gobernantes de la época. Fue convirtiéndose en hereditario a lo largo de los años. Ya en la Edad Moderna, esta casta incluía un gran número de subcastas, que se diferenciaban según la función o el estatuto, pero estaban unidas por los mismos pilares (la posesión de tierras, la búsqueda de guerras, un señor al cual rendir cuentas, etc.).
Cuenta la leyenda que los kshatriyas, que como dicen, eran tiranos, fueron castigados obligándoles a descender de casta, quedando así en segundo lugar después de los brahmanes. También se cuenta que hubo una lucha entre las dos castas, pero los sacerdotes salieron vencedores. En el pasado, los Kshatriyas eran considerados como protectores del pueblo para defenderlo de los peligros.
Los Kshatriyas eran reyes y guerreros en el ejército, e incluso los soldados de más bajo rango sabían lo básico de las artes marciales para defenderse y defender. Supuestamente eran capaces de luchar con los ojos vendados, y los arqueros podrían golpear a su objetivo con tan sólo escuchar un sonido en la oscuridad. Los Kshatriyas tienen fama de un gran coraje y mucha valentía, y las historias sobre ellos circulan desde mucho tiempo atrás. En la actualidad, quedan algunas familias de Kshatriyas, pero el número ha reducido enormemente. Las artes marciales aún se conservan y están siendo reutilizadas. Las familias lo consideran un símbolo de estatus, y el aprender artes marciales, un símbolo de tradición. La situación tampoco ha cambiado en lo referente a la situación del ejército, éste un área donde el patrimonio Kshatriya rige. La mayor parte del ejército indio se compone de Kshatriyas, y estos se sienten orgullosos de ello.
Las mujeres Kshatriyas, en el pasado, se limitaban principalmente a sus casas y no jugaron un papel importante para la historia de esta casta. Una vez que una mujer se casa con un hombre de la casta, este se convierte en el marido de ella. A veces el hijo de la mujer más influyente se convertiría en el próximo rey o jefe de la familia (que es elegido por la madre). En el pasado, las mujeres Kshatriya también conocían las artes marciales y otras artes de la guerra.
La idea de un personaje que es sacerdote y rey al mismo tiempo no es muy corriente en Occidente, aunque se encuentra, en el origen mismo del Cristianismo, representada de una manera destacable por los «Reyes Magos». Incluso en la Edad Media, el poder supremo (según las apariencias exteriores al menos) estaba dividido entre el Papado y el Imperio. En la antigua Roma, por el contrario, el Imperator era al mismo tiempo Pontifex Maximus.
La teoría musulmana del Khalifato une también los dos poderes, al menos en una cierta medida, así como la concepción extremo oriental del Wang. El emperador de China fue el jefe de gobierno y el jefe del estado de China desde la dinastía Qin, año 221 a. C., hasta la caída de la dinastía Qing en 1911. Los jefes de gobierno anteriores a la dinastía Qin eran denominados wang (“rey“). Antes del primer emperador, Qin Shi Huang, los caracteres huang (“rey dios“) y di (“rey sabio“) se usaron separada y nunca consecutivamente. Después de la dinastía Han, huangdi se abrevió como huang o di, perdiendo cada uno de los caracteres por separado el significado que tenían antes de la dinastía Qin.
Una tal separación puede ser considerada como la marca de una organización incompleta por arriba, si uno puede expresarse así, puesto que no se ve aparecer en ella el principio común del que proceden y dependen regularmente los dos poderes. Así pues, el verdadero poder supremo debía encontrarse en otra parte.
En Oriente, el mantenimiento de esta separación en la cima misma de la jerarquía es bastante excepcional, y no es apenas más que en algunas concepciones búdicas donde se encuentra algo de este tipo. Queremos hacer alusión a la incompatibilidad afirmada entre la función de Buddha y la de Chakravartî o «monarca universal», cuando se dice que Shâkya-Muni, en un cierto momento, tuvo que escoger entre la una y la otra. Existe una analogía entre la concepción del Chakravartî y la idea del Imperio en la obra de Dante, de quien conviene mencionar el tratado De Monarchia.
El término Chakravartî, que no tiene nada de especialmente búdico, se aplica muy bien, según los datos de la tradición hindú, a la función del Manu o de sus representantes: literalmente, es «el que hace girar la rueda», es decir, el que, colocado en el centro de todas las cosas, dirige su movimiento sin participar él mismo en él, o que, según la expresión de Aristóteles, es su «motor inmóvil».
En un sentido enteramente comparable, la tradición china emplea la expresión de «Invariable Medio». Hay que destacar que, según el simbolismo masónico, los Maestros se reúnen en la «Habitación del Medio». El centro de que se trata es el punto fijo que todas las tradiciones están de acuerdo en designar simbólicamente como el «Polo», puesto que es alrededor de él donde se efectúa la rotación del mundo, representado generalmente por la rueda, tanto por los Celtas como por los Caldeos y los Hindúes.
El símbolo céltico de la rueda se ha conservado en la Edad Media. Se pueden encontrar numerosos ejemplos de él en las iglesias románicas, y el rosetón gótico mismo parece ser un derivado suyo, ya que hay una relación cierta entre la rueda y las flores emblemáticas tales como la rosa en Occidente y el loto en Oriente.
Tal es la verdadera significación de la swastika, este signo que se encuentra difundido por todas partes, desde el Extremo Oriente hasta el Extremo Occidente, y que es esencialmente el «signo del Polo». Este mismo signo no ha sido extraño al hermetismo Cristiano. En el antiguo monasterio de los Carmelitas de Loudun, Francia, pueden verse símbolos muy curiosos, que datan verosímilmente de la segunda mitad del siglo XV y entre los cuales la swastika ocupa uno de los lugares más importantes. Hay que anotar que los Carmelitas, que han venido de Oriente, vinculan la fundación de su Orden a Elías y a Pitágoras, como la Masonería, por su lado, se vincula a la vez a Salomón y al mismo Pitágoras, lo que constituye una similitud bastante destacable. Y también algunos pretenden que en la Edad Media tenían una iniciación muy parecida a la de los Templarios, así como a los religiosos de la Merced. Se sabe que esta última Orden ha dado su nombre a un grado de la Masonería escocesa.
En efecto, los sabios contemporáneos han buscado vanamente explicar este símbolo mediante las teorías más fantasiosas. La mayoría de entre ellos, obsesionados por una suerte de idea fija, han querido ver en él, como casi por todas partes, un signo exclusivamente «solar». La misma precisión se aplica concretamente a la rueda. Otros han estado más cerca de la verdad al considerar la swastika como el símbolo del movimiento.
Pero esta interpretación, sin ser falsa, es muy insuficiente, ya que no se trata de un movimiento cualquiera, sino de un movimiento de rotación que se cumple alrededor de un centro o de un eje inmutable. Y es el punto fijo el que es el elemento esencial al que se refiere directamente este símbolo.
Existe la opinión que hace de la swastika el esquema de un instrumento primitivo destinado a la producción del fuego. Ahora bien, si este símbolo tiene a veces una cierta relación con el fuego, puesto que es concretamente un emblema de Agni, es por razones completamente diferentes.
En el marco del hinduismo, Agní (del vocablo sánscrito agní: ‘fuego’) es el dios védico del fuego. Junto con Indra y Surya conforman la “trinidad védica” (más antigua y más tarde olvidada y reemplazada por la trinidad puránica de Brahmā, Vishnú y Śiva). Agnídev es hijo de la diosa Pritiví (la Tierra) y del dios Diaus Pitar (que es una derivación del antiquísimo término indoeuropeo que se convertiría en el griego Zeus, el latín Deus y Júpiter) y el sánscrito Diaus Pitar [‘Dios padre’]). Una de las tareas de Agnídev es la de ser mensajero entre los dioses y los mortales. Protege a los hombres y a los hogares de los hombres.
En su cabeza tiene un millón de ojos. En el arte hindú se lo representa con dos rostros —lo que sugiere sus efectos beneficiosos y destructivos—, ojos y cabello negro, tres piernas y siete pares de brazos. De su cuerpo emanan siete rayos de luz (otro de sus nombres es Sapta Jihwá, ‘siete lenguas’). Su vehículo es un macho cabrío, o una cuadriga tirada por cabras (o más raramente por loros). Actualmente en los templos hindúes todavía se utiliza el sagrado taladro agní manthana para generar fuego por fricción, que simboliza el milagroso nacimiento diario de Agní.
Por lo que acabamos de decir, ya se puede comprender que el «Rey del Mundo» debe tener una función esencialmente ordenadora y reguladora, con la misma raíz que rex y regere, función que puede resumirse en una palabra como la de «equilibrio» o de «armonía», lo que traduce precisamente en sánscrito el término Dharma.
La raíz dhri expresa esencialmente la idea de estabilidad; la forma dhru, que tiene el mismo sentido, es la raíz de Dhruva, nombre sánscrito del Polo, y algunos le aproximan el nombre griego del roble, drus; en latín, por lo demás, la misma palabra robur significa a la vez roble y fuerza o firmeza. En los Druidas (cuyo nombre debe leerse quizás dru-vid, uniendo de este modo la fuerza y la sabiduría), así como en Dodona, donde se encontraba el famoso Oráculo de Dodona, el roble representaba el «Árbol del Mundo», símbolo del eje fijo que une los polos. Lo que entendemos por eso, es el reflejo, en el mundo manifestado, de la inmutabilidad del Principio supremo.
Se puede comprender también, por las mismas consideraciones, por qué el «Rey del Mundo» tiene como atributos fundamentales la «Justicia» y la «Paz», que no son más que las formas revestidas por ese equilibrio y esa armonía en el «mundo del hombre» (mânava-loka). Es menester recordar aquí los textos bíblicos en los que la Justicia y la Paz se encuentran estrechamente vinculadas: «Justitia et Pax osculatae sunt», «Pax opus Justitiae», etc.
Algunos se asustan ante la designación de «Rey del Mundo», que han relacionado con la de Princeps hujus mundi que se menciona en el Evangelio. No hay que decir que una tal relación es completamente errónea y desprovista de todo fundamento. Para descartarla, podríamos observar simplemente que este título de «Rey del Mundo», en hebreo y en árabe, se aplica corrientemente a Dios mismo.
Por lo demás, hay una gran diferencia de sentido entre «el Mundo» y «este mundo», hasta tal punto que, en algunas lenguas, existen para designarlos dos términos enteramente distintos: así, en árabe, «el Mundo» es el-alâm, mientras que «este mundo» es ed-dunyâ. No obstante, como eso puede dar la ocasión a algunas observaciones interesantes, consideraremos a este propósito las teorías de la Kabbala hebraica concernientes a los «intermediarios celestes», teorías que, por lo demás, tienen una relación muy directa con el tema principal de este artículo. Los «intermediarios celestes» de que se trata son la Shekinah yMetatron. En un sentido más general, la Shekinah es la «presencia real» de la Divinidad.
Es sobre todo donde se trata de la institución de un centro espiritual: la construcción del Tabernáculo, la edificación de los Templos de Salomón y de Zorobabel. Un tal centro, constituido en condiciones regularmente definidas, debía ser en efecto el lugar de la manifestación divina, siempre representada como «Luz». Y es curioso destacar que la expresión de «lugar muy iluminado y muy regular», que la Masonería ha conservado, parece ser efectivamente un recuerdo de la antigua ciencia sacerdotal que presidía la construcción de los templos, y que no era solo particular de los judíos.
La Shekinah se presenta bajo aspectos múltiples, entre los cuales hay dos principales, uno interno y el otro externo. Ahora bien, por otra parte, hay en la tradición cristiana, una frase que designa claramente estos dos aspectos: «Gloria in excelsis Deo, et in terra Pax hominibus bonae voluntatis».
Las palabras Gloria y Pax se refieren respectivamente al aspecto interno, en relación al Principio, y al aspecto externo en relación al mundo manifestado. Y, si se consideran así estas palabras, se puede comprender inmediatamente por qué son pronunciadas por los Ángeles (Malakim) para anunciar el nacimiento de «Dios con nosotros» o «en nosotros» (Emmanuel). Se podría también, para el primer aspecto, recordar las teorías de los teólogos sobre la «luz de la gloria» en y por la cual se opera la visión beatífica (in excelsis).
Y, en cuanto al segundo, volvemos a encontrar aquí la «Paz» que, en su sentido esotérico, está indicada por todas partes como uno de los atributos fundamentales de los centros espirituales establecidos en este mundo (in terra). Por lo demás, el término árabe Sakînah, que es evidentemente idéntico al hebreo Shekinah, se traduce por «Gran Paz», lo que es el exacto equivalente de la Pax Profunda de los Rosa-Cruz. Y, por eso, se podría explicar sin duda lo que éstos entendían por el «Templo del Espíritu Santo», así como también se podrían interpretar de una manera precisa los numerosos textos evangélicos en los que se habla de la «Paz», tanto más cuanto que la «tradición secreta concerniente a la Shekinah tendría alguna relación con la Luz del Mesías». Por lo demás, en el Evangelio mismo se declara muy explícitamente que aquello de lo que se trata no es la paz en el sentido en que la entiende el mundo profano.
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