- Desde la atención que brindan los servicios de salud hasta el rol de los medios de comunicación, han sido objeto de estudios científicos con el objetivo de entender y prevenir las muertes autoinflingidas.
La noticia del suicidio del actor estadounidense Robin Williams, el lunes último, vuelve a abrir interrogantes acerca de las motivaciones que llevan a una persona a tomar la decisión de quitarse la vida, si existen signos de alarma previos al suicidio y si realmente se puede hacer algo para prevenirlo.
En ese sentido, diversos estudios han buscado aportar respuestas. Tal es el caso de un trabajo de investigadores noruegos, quienes mediante entrevistas a familiares y amigos de hombres jóvenes que estaban aparentemente bien y se suicidaron de forma inesperada, hallaron que no había habido signos de un trastorno mental serio. Estos resultados contradicen estudios anteriores que sugieren que la depresión y otros trastornos mentales son importantes factores de riesgo de suicidio.
Los principales hallazgos que hicieron los investigadores del Instituto Noruego de Salud Pública sugieren que los hombres jóvenes que se habían quitado la vida, a pesar de sus logros y éxitos, habían compensado la falta de autoestima mediante la exageración de la importancia del éxito.
"De ese modo, desarrollaron en la adultez una autoestima frágil, basada en los logros, que los dejó vulnerables ante el rechazo y la percepción del fracaso", señalan los investigadores.
"Contrario a lo que indican estudios anteriores, que sugieren que la enfermedad mental, en particular la depresión, en el período previo a la muerte es un factor de riesgo importante, muy pocos de nuestros entrevistados para el estudio mencionaron la depresión u otros trastornos mentales en sus relatos de los hechos", asegura la autora principal del estudio, Mette Lyberg Rasmussen.
"Nuestro estudio revela una particular vulnerabilidad a sentirse rechazado y a no haber alcanzado sus metas", explica Rasmussen, quien agrega: "En estas situaciones hay una fuerte sensación de vergüenza y de estar atrapados en el enojo. Esto genera pensamientos insoportables, que la persona vulnerable no puede regular o controlar, y que conducen a un sentimiento de que se tiene una vida que no vale la pena vivir".
"Llega un punto en el que la estrategia de compensación con esfuerzos continuos deja de funcionar y el suicidio se convierte en una salida de esa situación de dolor psicológico intolerable", argumenta la investigadora.
SIN DIAGNÓSTICO
En ese sentido, diversos estudios han buscado aportar respuestas. Tal es el caso de un trabajo de investigadores noruegos, quienes mediante entrevistas a familiares y amigos de hombres jóvenes que estaban aparentemente bien y se suicidaron de forma inesperada, hallaron que no había habido signos de un trastorno mental serio. Estos resultados contradicen estudios anteriores que sugieren que la depresión y otros trastornos mentales son importantes factores de riesgo de suicidio.
Los principales hallazgos que hicieron los investigadores del Instituto Noruego de Salud Pública sugieren que los hombres jóvenes que se habían quitado la vida, a pesar de sus logros y éxitos, habían compensado la falta de autoestima mediante la exageración de la importancia del éxito.
"De ese modo, desarrollaron en la adultez una autoestima frágil, basada en los logros, que los dejó vulnerables ante el rechazo y la percepción del fracaso", señalan los investigadores.
"Contrario a lo que indican estudios anteriores, que sugieren que la enfermedad mental, en particular la depresión, en el período previo a la muerte es un factor de riesgo importante, muy pocos de nuestros entrevistados para el estudio mencionaron la depresión u otros trastornos mentales en sus relatos de los hechos", asegura la autora principal del estudio, Mette Lyberg Rasmussen.
"Nuestro estudio revela una particular vulnerabilidad a sentirse rechazado y a no haber alcanzado sus metas", explica Rasmussen, quien agrega: "En estas situaciones hay una fuerte sensación de vergüenza y de estar atrapados en el enojo. Esto genera pensamientos insoportables, que la persona vulnerable no puede regular o controlar, y que conducen a un sentimiento de que se tiene una vida que no vale la pena vivir".
"Llega un punto en el que la estrategia de compensación con esfuerzos continuos deja de funcionar y el suicidio se convierte en una salida de esa situación de dolor psicológico intolerable", argumenta la investigadora.
SIN DIAGNÓSTICO
En tanto, otro estudio realizado en Estados Unidos por el Sistema de Salud Henry Ford y la Red de Investigación de Salud Mental reveló que los trastornos mentales en la mayoría de las víctimas de suicidio permanecen sin diagnosticar, a pesar de que muchas de ellas hayan hecho una consulta al servicio de atención primaria de salud o a un especialista médico en el año previo a su muerte.
Según este trabajo, publicado en el "Journal of General Internal Medicine", un 83% de las personas que se quitaron la vida había recibido un tratamiento de salud en el año previo a su muerte y usó los servicios de atención primaria con mayor frecuencia que otros servicios de salud. Sin embargo, el diagnóstico de un trastorno mental sólo se había hecho en menos de la mitad de los casos (45%).
El estudio, liderado por el doctor Brian K. Ahmedani, concluyó que para ayudar a prevenir los suicidios, los proveedores de atención sanitaria deberían estar más atentos al estado de salud mental de sus pacientes y los posibles pensamientos suicidas.
"Muchos suicidios podrían prevenirse si los médicos de atención primaria y los especialistas recibieran y utilizaran capacitación para identificar y tratar a los pacientes en mayor riesgo de quitarse la vida", opinó Ahmedani.
El experto y sus colegas de la Red de Investigación de Salud Mental analizaron los registros médicos de 5.894 personas que se habían suicidado entre los años 2000 y 2010.
De aquellos que buscaron atención médica en las cuatro semanas previas a morir, el 25% fue diagnosticado con un trastorno de salud mental; una de cada cinco personas que cometió suicidio hizo una visita al médico en la semana previa a morir.
En comparación, sólo en un 5% de los casos de suicidio se resolvió una hospitalización psiquiátrica previa, y un 15% recibió ese tipo de tratamiento en el año previo a cometer el suicidio.
Los datos del estudio también indican que la mayor cantidad de suicidios se dio entre los varones y que sólo en un 25% de los casos se había hecho un diagnóstico de trastorno mental dentro del mes de la muerte.
IMPACTO MEDIATICO
Según este trabajo, publicado en el "Journal of General Internal Medicine", un 83% de las personas que se quitaron la vida había recibido un tratamiento de salud en el año previo a su muerte y usó los servicios de atención primaria con mayor frecuencia que otros servicios de salud. Sin embargo, el diagnóstico de un trastorno mental sólo se había hecho en menos de la mitad de los casos (45%).
El estudio, liderado por el doctor Brian K. Ahmedani, concluyó que para ayudar a prevenir los suicidios, los proveedores de atención sanitaria deberían estar más atentos al estado de salud mental de sus pacientes y los posibles pensamientos suicidas.
"Muchos suicidios podrían prevenirse si los médicos de atención primaria y los especialistas recibieran y utilizaran capacitación para identificar y tratar a los pacientes en mayor riesgo de quitarse la vida", opinó Ahmedani.
El experto y sus colegas de la Red de Investigación de Salud Mental analizaron los registros médicos de 5.894 personas que se habían suicidado entre los años 2000 y 2010.
De aquellos que buscaron atención médica en las cuatro semanas previas a morir, el 25% fue diagnosticado con un trastorno de salud mental; una de cada cinco personas que cometió suicidio hizo una visita al médico en la semana previa a morir.
En comparación, sólo en un 5% de los casos de suicidio se resolvió una hospitalización psiquiátrica previa, y un 15% recibió ese tipo de tratamiento en el año previo a cometer el suicidio.
Los datos del estudio también indican que la mayor cantidad de suicidios se dio entre los varones y que sólo en un 25% de los casos se había hecho un diagnóstico de trastorno mental dentro del mes de la muerte.
IMPACTO MEDIATICO
El rol de los medios de comunicación en torno a la problemática del suicidio también ha sido objeto de estudio. De hecho, una investigación publicada en "The Lancet Psychiatry" indicó que la cobertura periodística intensificada luego de un suicidio puede tener un impacto significativo sobre la iniciación de grupos suicidas adolescentes.
De acuerdo con este trabajo, el contenido de los reportes periodísticos es importante, ya que cuanta mayor importancia se le da a las historias (por ejemplo al incluirlas en la tapa) y cuantos más detalles del suicidio incluyen, mayor es la probabilidad de que se asocien a los casos de imitación de suicidios.
"Nuestros hallazgos indican que cuanto más sensacionalistas son las coberturas de los suicidios y cuantos más detalles ofrecen, mayor posibilidad hay de que haya más suicidios", explica la autora principal del trabajo, doctora Madelyn Gould, del Instituto Estatal de Psiquiatría de New York, en Estados Unidos.
Según Gould, "si bien no se puede demostrar la causalidad, nuestro estudio indica que las narraciones de los medios sobre casos de suicidio podrían jugar un rol en el surgimiento de algunos grupos de suicidio adolescente". Asimismo, la investigadora hace hincapié en que el trabajo enfatiza la importancia de adherir a los lineamientos para los medios que desalientan a los periodistas a usar representaciones de los suicidios demasiado gráficas o detalladas.
DOLOR EMOCIONAL
Por su parte, un estudio de la Universidad de Columbia Británica (UBC, por sus siglas en inglés), en Canadá, halló que el dolor emocional pesa más que otros factores que se creían determinantes -como los problemas económicos- a la hora de tomar la drástica decisión de terminar con la vida.
La investigación, publicada en la revista oficial de la "American Association of Suicidology" ofrece tanto a médicos como investigadores nuevos recursos para avanzar hacia la prevención del suicidio, mejorar los tratamientos y reducir las posibilidades de nuevos intentos.
"Saber por qué alguien intentó suicidarse es crucial, nos dice cuál es la mejor forma de ayudar a esa persona a recuperarse", afirma el profesor David Klonsky, del departamento de Psicología de la UBC.
"Esta nueva herramienta nos ayudará a ir más allá del actual abordaje estandarizado -igual para todos los casos- de la prevención del suicidio, que es esencial. Distintas motivaciones requieren distintos tratamientos e intervenciones", enfatiza.
El estudio, basado en 120 participantes que habían intentado recientemente suicidarse, sugiere que muchas de las motivaciones que se creía que jugaban un rol importante en los casos de suicidio son más bien poco comunes. Por ejemplo, los intentos de suicidio fueron en raras ocasiones el resultado de un impulso, un pedido de ayuda o el esfuerzo por resolver un problema económico o práctico. De todos los motivos para suicidarse, los dos que los autores identificaron como "universales" en todos los participantes fueron la desesperación y el dolor emocional intolerable.
La investigación también detectó que los intentos de suicidio en los que intervienen factores sociales -tales como los esfuerzos por obtener ayuda o ejercer alguna influencia sobre otros-, en general, mostraron una voluntad de morir menos pronunciada y fueron llevados adelante en modos que presentaron mayores posibilidades de ser rescatados.
En contraste, los intentos de suicidio motivados por factores internos -tales como la desesperación y el dolor insoportable- fueron ejecutados con el mayor deseo de morir.
"Hasta ahora, el foco había estado puesto en los tipos de personas que intentan suicidarse -su situación demográfica, su genética- sin explorar las motivaciones. Nuestro trabajo es el primero en hacer esto de forma sistemática", concluyó Klonsky.
Fuente: la prensa (Por Agustina Sucri)
De acuerdo con este trabajo, el contenido de los reportes periodísticos es importante, ya que cuanta mayor importancia se le da a las historias (por ejemplo al incluirlas en la tapa) y cuantos más detalles del suicidio incluyen, mayor es la probabilidad de que se asocien a los casos de imitación de suicidios.
"Nuestros hallazgos indican que cuanto más sensacionalistas son las coberturas de los suicidios y cuantos más detalles ofrecen, mayor posibilidad hay de que haya más suicidios", explica la autora principal del trabajo, doctora Madelyn Gould, del Instituto Estatal de Psiquiatría de New York, en Estados Unidos.
Según Gould, "si bien no se puede demostrar la causalidad, nuestro estudio indica que las narraciones de los medios sobre casos de suicidio podrían jugar un rol en el surgimiento de algunos grupos de suicidio adolescente". Asimismo, la investigadora hace hincapié en que el trabajo enfatiza la importancia de adherir a los lineamientos para los medios que desalientan a los periodistas a usar representaciones de los suicidios demasiado gráficas o detalladas.
DOLOR EMOCIONAL
Por su parte, un estudio de la Universidad de Columbia Británica (UBC, por sus siglas en inglés), en Canadá, halló que el dolor emocional pesa más que otros factores que se creían determinantes -como los problemas económicos- a la hora de tomar la drástica decisión de terminar con la vida.
La investigación, publicada en la revista oficial de la "American Association of Suicidology" ofrece tanto a médicos como investigadores nuevos recursos para avanzar hacia la prevención del suicidio, mejorar los tratamientos y reducir las posibilidades de nuevos intentos.
"Saber por qué alguien intentó suicidarse es crucial, nos dice cuál es la mejor forma de ayudar a esa persona a recuperarse", afirma el profesor David Klonsky, del departamento de Psicología de la UBC.
"Esta nueva herramienta nos ayudará a ir más allá del actual abordaje estandarizado -igual para todos los casos- de la prevención del suicidio, que es esencial. Distintas motivaciones requieren distintos tratamientos e intervenciones", enfatiza.
El estudio, basado en 120 participantes que habían intentado recientemente suicidarse, sugiere que muchas de las motivaciones que se creía que jugaban un rol importante en los casos de suicidio son más bien poco comunes. Por ejemplo, los intentos de suicidio fueron en raras ocasiones el resultado de un impulso, un pedido de ayuda o el esfuerzo por resolver un problema económico o práctico. De todos los motivos para suicidarse, los dos que los autores identificaron como "universales" en todos los participantes fueron la desesperación y el dolor emocional intolerable.
La investigación también detectó que los intentos de suicidio en los que intervienen factores sociales -tales como los esfuerzos por obtener ayuda o ejercer alguna influencia sobre otros-, en general, mostraron una voluntad de morir menos pronunciada y fueron llevados adelante en modos que presentaron mayores posibilidades de ser rescatados.
En contraste, los intentos de suicidio motivados por factores internos -tales como la desesperación y el dolor insoportable- fueron ejecutados con el mayor deseo de morir.
"Hasta ahora, el foco había estado puesto en los tipos de personas que intentan suicidarse -su situación demográfica, su genética- sin explorar las motivaciones. Nuestro trabajo es el primero en hacer esto de forma sistemática", concluyó Klonsky.
Fuente: la prensa (Por Agustina Sucri)
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