Científicos estadounidenses han desarrollado una serie de minisatélites encargados de patrullar la órbita de la Tierra. Los llamados “policías espaciales” ayudarán a los satélites a evitar colisiones con la basura espacial.
Según un artículo publicado en la revista científica ‘Journal of Small Satellites’, este sistema de satélites-policía, llamado ‘STARE’ (por sus siglas en ingles), ha sido ideado por los investigadores del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, en California (EE.UU.).
El programa prevé el despliegue de decenas de minisatélites que trabajarán en la órbita baja de la Tierra. Los satélites transmitirán información sobre posibles colisiones entre los satélites y la basura espacial a los operadores en la Tierra, quienes podrán entonces corregir sus órbitas desde nuestro planeta, señala el portal Redorbit.
Para ello, los científicos analizaron desde un satélite en tierra y durante un período de 60 horas una serie de seis imágenes tomadas por estos minisatélites, para demostrar que la trayectoria de un satélite en la órbita baja de la Tierra puede ser modificada. Basándose en las observaciones iniciales, los investigadores lograron modificar la órbita del satélite NORAD 27006.
El equipo predijo con éxito la trayectoria del NORAD en un radio de menos de 50 metros de largo durante 36 horas. El equipo cree que el éxito con el NORAD 27006 se puede extender al resto de satélites.
“Con el tiempo nuestros satélites estarán orbitando y realizando el mismo tipo de observaciones para ayudar a prevenir las colisiones entre los satélites y los desechos espaciales”, dijo Lance Simms, autor principal del artículo.
Según los científicos, con la tecnología actual solo es posible determinar el ritmo y la trayectoria de un objeto espacial a una distancia de un kilómetro. Esta falta de precisión significa que los operadores en tierra reciben más de 10.000 falsas alarmas por cada aviso de colisión real, por lo que los operadores de satélites rara vez corrigen el curso de uno de estos aparatos, incluso cuando la amenaza es inminente.
En las órbitas bajas existen en la actualidad 21.000 piezas de restos, no menores que el tamaño de un pomelo, que discurren a una velocidad de hasta ocho kilómetros por segundo y que, en caso de colisión, podrían ser desastrosas para un satélite.
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