Las actividades de desarrollo de petróleo y gas, incluyendo la eliminación subterránea de aguas residuales y la fracturación hidráulica, pueden inducir terremotos cambiando el estado de estrés en las fallas existentes en el momento de la fractura.
Los terremotos causados por la eliminación de aguas residuales se pueden desencadenar a decenas de kilómetros de la boca del pozo, un rango mayor de lo que se pensaba, según concluye un estudio que se presentará este jueves en la Reunión Anual de la Sociedad Sismológica de América (SSA).
El número de seísmos en el centro y este de Estados Unidos ha aumentado dramáticamente en los últimos años, coincidiendo con el incremento de la fracturación hidráulica de pozos perforados horizontalmente y la inyección de aguas residuales en pozos profundos de eliminación en muchos sitios, entre ellos Colorado, Oklahoma, Texas, Arkansas y Ohio.
Según el Servicio Geológico estadounidense (USGS, por sus siglas en inglés), se registró una tasa media de cien sismos por año con una magnitud superior a 3,0 entre 2010 y 2012, en comparación con una tasa promedio de 21 eventos por año observada de 1967 a 2000.
"La sismicidad inducida complica la ecuación de riesgo sísmico", advierte Gail Atkinson, profesor de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Western Ontario, en Canadá, cuya investigación detalla cómo una nueva fuente de sismicidad, como la disposición del pozo de inyección, puede alterar fundamentalmente el potencial riesgo sísmico en un área.
Para estructuras críticas, como las presas, las plantas de energía nuclear y otras instalaciones importantes, Atkinson sugiere que el riesgo de sismicidad inducida puede abrumar el peligro de la sismicidad natural preexistente, elevando el riesgo de las estructuras que se diseñaron originalmente para regiones de baja a moderada actividad sísmica.
Un nuevo estudio del terremoto que sucedió cerca de la ciudad de Oklahoma en 2008 demuestra que un pequeño grupo de pozos de inyección de gran volumen provocó terremotos a decenas de kilómetros de distancia. Los investigadores observaron tanto un aumento de la presión de la perforación y el número de terremotos lejos de los pozos de inyección.
"Los criterios existentes para un terremoto inducido no permiten asociar terremotos a la actividad cuando se producen muy lejos de la boca del pozo", señala Katie Keranen, profesora asistente de Geofísica en la Universidad de Cornell, Estados Unidos, quien dirigió el estudio del terremoto del área de Jones (Oklahoma).
Y sigue: "Nuestros resultados, utilizando la sismología y la hidrogeología, muestran un fuerte vínculo entre un pequeño número de pozos y terremotos que llegan hasta 50 kilómetros de distancia".
Terremotos con magnitudes superiores a 5 grados
Aunque hay relativamente pocos pozos vinculados al incremento de la sismicidad, los sismólogos tratan de anticipar cuándo la actividad podría desencadenar terremotos y en qué magnitud.
"Es importante evitar inducir terremotos lo suficientemente grandes como para sentirlos, es decir, sismos con magnitudes de alrededor de 2,5, o mayor, que son los que interesan a la población", agrega Art McGarr, geofísico del USGS .
La investigación de McGarr analiza los factores que aumentan la probabilidad de terremotos inducidos por la inyección de fluido que son lo suficientemente grandes como para sentirse o, en raras ocasiones, capaces de causar daños. Las actividades de inyección tenidas en cuenta en su estudio incluyen la eliminación subterránea de aguas residuales, el desarrollo de mejores sistemas geotérmicos y la fracturación hidráulica.
De esas tres actividades, la eliminación de aguas residuales predomina tanto en términos de volumen de líquido inyectado como en cuanto al tamaño del terremoto, con magnitudes de algunos de los terremotos superiores a 5. "A partir de los resultados de este estudio, el volumen total de fluido inyectado parece ser el factor que limita la magnitud, mientras que la velocidad de inyección controla la frecuencia con la que ocurren los terremotos", resume McGarr.
A pesar del aumento de la sismicidad en el centro y este de Estados Unidos, los terremotos inducidos están actualmente excluidos de las estimaciones de amenaza sísmica del USGS. Justin Rubinstein, geofísico del USGS, presentará en este foro un enfoque para explicar el incremento de la sismicidad sin tener que determinar el origen (inducido o natural) de los terremotos.
Según este experto, el USGS está tratando de permanecer agnóstico en cuanto a si los terremotos son inducidos o naturales. "En cierto sentido, desde una perspectiva de riesgo, no importa si los terremotos son naturales o inducidos. Un aumento en la tasa de terremotos implica que la probabilidad de que se produzca un terremoto más grande también ha aumentado", dice Rubinstein.
Fuente: http://ecodiario.eleconomista.es/medio-ambiente/noticias/5747776/05/14/La-eliminacion-de-aguas-residuales-puede-desencadenar-terremotos.html
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