sábado, 19 de octubre de 2013

El asombroso aterrizaje OVNI de Voronezh

De entre la casuística ovni a nivel mundial, se dan numerosos documentos e investigaciones de campo, en cuanto a los avistamientos en la tercera fase, (encuentro cercano con los no identificados, donde se llega incluso a proporcionar descripción física de los “tripulantes” de estos objetos).

A lo largo de la cronología ovni hemos podido comprobar, que el propio fenómeno no realiza distinción alguna entre los diferentes hábitats o nacionalidades donde “decide” aparecer, llegando a ser en ocasiones, de un alto nivel testimonial público  y a plena luz del día. Es el caso del famoso “Ovni de Vorónezh”, en el suroeste de Moscú.

El mundo de la Ufología dio un vuelco de ciento ochenta grados el 27 de septiembre de 1989. Lo inusual del acontecimiento, junto con el fuerte respaldo mediático a nivel mundial, llevó a reflejarse en los informativos españoles.

Fue el propio Luis Mariñas, periodista y presentador por entonces del Telediario español de la primera cadena de TVE quien haría eco de la noticia:

“Escepticismo en el Ministerio del interior soviético sobre el posible aterrizaje de extraterrestres en la ciudad de Vorónezh, 500km al sur de Moscú. El extraño suceso, ratificado por la milicia y científicos locales, tiene conmocionados a los habitantes de la capital soviética. Testigos presenciales señalaron que seres extraterrestres de 3 o 4 metros de estatura habían descendido de la “nave”, un enorme disco luminoso


La repercusión mediática fue tal, que el popular programa de televisión INFORME SEMANAL, realizó un especial sobre el excepcional caso ruso, entre sus titulares encontrábamos:

“Numerosos científicos soviéticos investigaban las huellas de un extraño fenómeno ocurrido en la ciudad de Vorónezh. Según diversos testigos, un objeto volador no identificado se posó en un parque de la ciudad. Los testigos de este aterrizaje fueron varios niños de la localidad”.

“Estos niños pudieron ver junto a la “nave”, una gran figura humanoide, la cual fue acompañada, en su corto “paseo terrestre” por lo que ellos consideraron un “robot”, debido a sus mecánicos movimientos. Aquel aparato dejó una impronta en el suelo que constaba de cuatro orificios circulares de entre 150 y 200 mm de diámetro en forma romboidal.


“Aquello tenía forma de melón alargado, con unas dimensiones de 15 metros de largo por 4 metros de altura. Con estas descripciones en las manos, los científicos calcularon que el peso de dicho aparato oscilaría entre las 9 y 10 toneladas de peso”.

De entre las declaraciones de aquel grupo de niños, destacó la de Volodia Starshev, de 12 años de edad, quien, en un momento dado declaró:

“Cuando aquellas “personas” salieron de la nave, me quedé completamente inmóvil. Estábamos todos muy asustados. Tras salir de aquello se quedaron como observando el lugar por un período de unos 5 minutos, para después marcharse. Cuando lo hicieron me mareé bastante, no me sentí del todo bien, tenía un fuerte dolor de cabeza”.


Uno de los detalles que más llama la atención, dentro de lo espectacular del caso, es la descripción de aquellos jóvenes testigos,  de cierto símbolo ubicado en un lugar concreto de la aeronave. Signo que, por otra parte, se asemejaba bastante con el  de cierto objeto fotografiado en el año 1967  en la localidad madrileña de San José de Valderas y que a su vez, dio paso a otro de los casos más populares en nuestra geografía nacional, “EL CASO UMMO”, una extraña coincidencia que nos habla de la globalidad del fenómeno.


Pero volvamos a los datos científicos en cuanto a las pruebas recogidas por el equipo de investigación soviético.

Según el equipo de física nuclear de la Universidad de Vorónezh, se encontraron índices muy elevados de radiación  en las mediciones realizadas sobre el propio  terreno donde se dieron los hechos. Recordemos que lo que hace realmente único y especial al caso del ovni de Vorónezh, a parte del consabido supuesto aterrizaje, es el momento político en el que sucede, delicado y de un alto nivel de secretismo para con la propia sociedad soviética, en plena época de la perestroika. Sin embargo, fue el espacio televisivo “BREMIA”, uno de los más populares y de mayor audiencia, el que también hizo eco del asunto

Pero no todo acaba aquí. En el lugar de los hechos también se pudieron recoger ciertos vestigios del presunto aterrizaje, como pequeños fragmentos de metal, el cual, tras ser sometido a estudios metalúrgicos, y siempre bajo la opinión de los científicos, mostraba un “comportamiento poco usual” ante algunos agentes químicos, así como los elementos de su propia composición.

La reacción por parte de los EE.UU  ante el caso fue la de fraude mediático, pero la agencia soviética TASS, (Agencia de telégrafos de la antigua Unión Soviética), corroboraba aun así la veracidad de los datos ofrecidos por la comunidad científica, que lo valoró como “serio” y absolutamente cierto. Es curioso comprobar cómo, aun tratándose de una “exhibición” tan abrumadora en público, la opinión publica continua adoleciendo de esa falta de información, de transparencia, de veracidad, de incredulidad.


Una vez más, la realidad, como se suele decir en estos casos, supera a la ficción. La inexistente “influencia” por parte de los medios de comunicación o de literatura ufológica y temas relacionados hacia los testigos, así como el respaldo de la comunidad científica y militar de la época, nos hace recapacitar sobre una auténtica realidad paralela que parece interactuar con la nuestra de un modo aleatorio, y en ocasiones, de forma atrevida y descarada, llevándonos a plantearnos frases como: “no hay más ciego que el que no quiere ver”...


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